Experiencia paranormal en la Sierra Norte sevillana

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Es uno de mis casos preferidos del misterio, que pude vivir hace muchos años pero que siempre me recuerda el valor de la amistad y de los fenómenos que no logramos entender. Lo que a continuación les voy a relatar condensa todo eso con aterradora perfección

Nuestra historia comienza el 8 de Mayo de 1999 (sábado), en un pueblo de la Sierra Norte sevillana, en el bar «CASA PACO”, se reúnen cinco amigos. Como cada fin de semana se disponen a organizar una jornada nocturna de caza en el cortijo de uno de éstos.

Ahora es buena época para cazar conejos y no dudan en plantear una noche de cacería para «limpiar los alrededores del huerto de esos animalillos y de disfrutar el Domingo en el cortijo, todas las familias juntas, de un buen guiso de conejo».

Antonio Medina, Rafael Mora, Miguel Sánchez y Paco Torres aún no salen de su asombro y estupor ante lo sucedido aquella noche de Mayo de 1999.Los cinco amigos quedaron sobre las 12´00 h. de la noche en el cortijo de Antonio.

Fueron llegando y Antonio los fue recibiendo a la vez que les recogía las armas y las iba apoyando tras la puerta en sus estuches. Llegaron los cuatro excepto Eduardo que se retrasaba. Miguel comentó que durante la tarde se había encontrado «chungo» y tenía unas molestias en el brazo.»Se marchó sin acabar la partida de dominó pero me aseguró que estaría por la noche con nosotros» comenta Miguel.

Como cada uno conoce su ubicación y pareja durante la cacería decidieron formar dos grupos de dos y cuando Eduardo llegara ya vería como se distribuirían.

Tras apurar las copas de coñac y acabar de preparar sus armas de dispusieron a tomar las posiciones en sus puestos de caza.

Sobre las 1´30 h. y ya en sus lugares correspondientes «vimos llegar a Eduardo y apostarse tras el alcornoque cercano al huerto, un buen lugar pero en que sólo hay sitio para uno».

Conocedores todos de ésta circunstancia decidieron dejar solo a Eduardo. Allí estuvieron hasta las 6´30 h. de la mañana del 9 de Mayo. «Fue curioso -comenta Antonio- pero Eduardo no hizo ni un solo disparo en toda la noche y de vez en cuando echábamos una mirada no fuera que se hubiera quedado dormido…Pero nada, estaba despierto mirando fijamente al huerto.

Lucero -el perro perdiguero de Antonio- estaba muy nervioso y le tuve que dar dos tortas para que se tranquilizara”. Ya casi para marcharnos, Eduardo de levantó nos dijo adiós con la mano y se marchó…Cinco minutos después nos marchamos el resto hacía la casa».

«Al regresar por la mañana al pueblo, sobre las 9´00 h, Juan «El del Pedroso» y propietario del kiosco de prensa nos vio llegar bajando de la cuesta que lleva a los caminos de las fincas -caminos rurales de polvo-.Paco se detuvo a comprar el periódico por que si no le daba algo… Y Juan nos dijo: «Vaya tela lo de Eduardo”. Los cuatro nos miramos y le preguntamos lo que le pasaba a Eduardo y Juan nos contestó:»¿No os habéis enterado? Se murió ayer por la noche. A eso de las once vino una ambulancia y se lo llevaron para Sevilla pero por lo visto se murió por el camino, un infarto creo que ha sido”. Nos miramos y le dijimos que se dejara de coñac y que eso no era posible por que había estado desde las 1´00 h. hasta las 6´30 h. con nosotros en «El Corralito» y que eso no era posible. Juan nos dijo que no estaba de broma y que si no nos lo podía decir el farmacéutico». Rafael toma aire y prosigue ésta historia «Nos miramos los cuatro y con la carne de gallina nos fuimos a ver al farmacéutico, Antonio iba diciendo que como fuera una broma de Juan «El del Pedroso» no iba a haber pueblo para que corriera y que le iba a pegar una perdigoná…Al llegar a la farmacia D.Javier nos dijo que «todo el pueblo sentiría la muerte de Eduardo» y en ese momento nos pusimos muy nerviosos. Antonio le dio una bajada de tensión y lo tuvo que atender D.Javier allí mismo. Paco y yo nos quedamos helados y Rafael se lió a llorar como un verraco…Cuando le comentamos a D.Javier que Eduardo había estado con nosotros toda la noche nos dijo que eso era imposible ya que la ambulancia llegó al pueblo sobre las 11´15 de la noche y que Eduardo murió a eso de las 12´45 h. y que era IMPOSIBLE que hubiera estado allí. Mira Jose yo te juro por mis hijos -me dice Rafael- que aquella noche Eduardo estuvo con nosotros, lo vimos todos y aquí estamos los cuatro para contarte lo mismo por que eso fue lo que vimos…» Mientras me contaba esto podía comprobar el nerviosismo y la emoción en las palabras y gestos de Rafael y sus tres amigos, aún se les pone los pelos de punta cuando recuerdan lo vivido aquella noche y apostillan con unanimidad «sólo te puedo decir que Rafael murió aquella noche y que su espíritu estuvo con nosotros en aquella última cacería…»

Eduardo falleció en el trayecto hacia Sevilla en la noche del 8 al 9 de Mayo de 1999 víctima de un infarto. Su fallecimiento se produjo a las 12´39 min. Siendo enterrado en un pueblo de la Sierra Norte de Sevilla -el cual no estoy autorizado a desvelar- el lunes 20 de mayo a las 11´00 de la mañana. Físicamente es IMPOSIBLE que estuviera presente en la cacería planteada horas antes por los cinco amigos; físicamente no pero inmaterialmente…

La descripción que hacen los cuatro testigos de ésta aparición es la misma «Eduardo estaba como una persona normal, era normal, como siempre como cuando vamos de caza, con las mismas ropas y el mismo aspecto”. Es decir que aquella aparición no era un cuerpo traslucido o presentaba características anormales. Era un cuerpo «sólido» de apariencia completamente normal.

Se puede argumentar en contra de ésta historia que los testigos e la aparición habían estado bebiendo alcohol (coñac) antes de salir de cacería pero como todos sabrán, es tradicional la copa y el cigarrillo antes de una larga jornada en vela al asecho de una presa. La cantidad de alcohol consumida fue mínima y «la suficiente para calentar el cuerpo”. Éste hecho no puede justificar una alucinación o sugestión colectiva, ni la unanimidad del relato realizado por los testigos.

Nuestros cuatro testigos viven hoy con el convencimiento de que su amigo «se les presentó« y se les despidió en aquella última cacería. No quieren ni oír hablar de una posible alucinación colectiva ya que para ellos está muy claro lo que vieron y que fueron traicionados por sus sentidos.

El factor subjetivo=factor testigo en ésta historia es casi nulo ya que en la investigación individual y entrevistas separadas a los cuatro testigos obtuve una descripción de los acontecimientos de la noche del 8 al 9 de Mayo prácticamente análogos aunque cada uno estuviera centrado en lo suyo.

El relato básico de los hechos conforma una descripción objetiva que no nos puede hacer dudar de narración y autenticidad de la experiencia de los testigos. Por supuesto que hay factor subjetivo en toda narración que realiza una persona.

Cada uno contó la historia y su experiencia lo mejor que pudo y le permitió su vocabulario, cada uno expresó sus sensaciones y sentimientos, sus miedos y temores, sus dudas y deseos, pero filtrando todo ello nos queda el relato y los datos de una experiencia con un fenómeno paranormal al que denominamos «fantasmogénesis» y cuya unanimidad se hace ABSOLUTA, configurando así un nuevo relato verídico -al menos para sus testigos- sobre un aparecido horas después de su muerte…

Las historias de fantasmas siempre siembran de dudas y temor el subconsciente humano, siempre llevan al ser humano a plantearse la autenticidad de éste fenómeno. El terreno de la investigación espectral siempre estará entre la leyenda y la realidad, la leyenda para aquellos que no han visto ni vivido y se atreven a afirmar que todos es una quimera y la realidad de los que afirman que el fenómeno espectral es cierto por que han visto y vivido. Siempre habrá historias de fantasmas mientras que existan testigos de éstas apariciones dispuestos a narrar su experiencia.

Para éstos cuatro amigos la cuestión, de que si existen los fantasmas o no, no tiene ninguna duda ahora…ahora que han visto y vivido… ¿Tendrán que ser víctimas de una aparición u otro fenómeno paranormal los perseguidores de lo paranormal para creer de una vez? ¿Qué necesitan para al menos admitir la existencia de otras realidades paralelas?

Éste tipo de historias siempre contarán con un «veto social» .Parece que es un tema tabú o maldito y más si se ha producido en un pueblo cerrado a sus tradiciones y a sus leyendas. La Sierra Norte sevillana se caracteriza por la tradición al espiritismo en determinados círculos de sus pueblos.

El oscurantismo y el miedo a lo paranormal hacen que muchas historias de aparecidos queden en el olvido tras la cortina de humo del juicio popular a la persona víctima y protagonista de la ella.

Sólo afloran cuando alguien determina el expresar su vivencia y hacer participe de ella a cualquier investigador que le merezca una cierta confianza y le pueda aliviar el dolor y la duda emocional que plantea la perdida y aparición de un buen amigo o conocido…Investigué ésta historia contando con la reprobación total de las familias de los cuatro testigos pero con el ánimo y firme convencimiento de sus protagonistas de narrarla viendo en éste relato una válvula de escape a su miedo, dudas y emociones…

No, el bueno de Eduardo no quería «asustar» a sus amigos, por todos es sabido que determinadas apariciones se manifiestan debido a que les queda algo por hacer en el plano terrenal y mundo de los vivos. Eduardo tenía que asistir a una tradicional cacería fijada conjuntamente en la mañana del mismo día y despedirse de sus amigos. Eduardo tras concluir «su» cacería se despidió para siempre de sus compañeros y dejó el mundo de los vivos para no volver a manifestarse jamás.

Para Antonio, Rafael, Miguel y Paco lo visto aquella noche de Mayo no era ni la imagen espectral de Eduardo ni una alucinación sensorial, era simplemente su amigo…

De toda historia se desprende algo nuevo, una moraleja, en el caso de los fantasmas se nos abre una puerta a otra realidad, una llamada de esperanza que nos advierte que la muerte no es el final de un camino y si más bien el comienzo de una nueva vida bajo otra forma de existencia…Hasta que llegue ese momento todo ser humano debería vivir su vida minuto a minuto, cada pequeña prueba de vida en nuestro planeta es un momento de grandeza universal, demasiado bello para ser destruido y demasiado ignorado para ser apreciado…

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