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No hay nada más difícil en la vida que tratar de ser mejor persona para la persona que amas. La mayoría de esfuerzos no son creídos y los restantes no son vistos por esas personas. Uno que ha aceptado tener cosas irregulares que pueden ser optimizadas y que en ese cambio no se afectaría nada de la esencia que lo caracteriza.
No hay mejor cosa que cambiar por amor, no hay algo más satisfactorio que entregarse a una persona y en medio del camino corregir las pequeñas cosas que tenemos en nuestro comportamiento, pensamiento y corazón, para hacer mejor la vida de esa persona que amamos con el corazón y por la cual damos la vida, sin que no lo pidan.
¿Por qué es tan difícil valorar eso?, es la pregunta que me hago a diario. No entiendo por qué las personas se hacen las desentendidas de todo lo que uno puede hacer por ellas o para ellas. Si bien es cierto que uno da sin recibir, al menos espera que sea valorado. Que sea visible para ella, para la razón de mi existencia.
He tenido la inmensa fortuna de haber conocido a una mujer que con solo su presencia ya me hizo sentir mejor persona. Cada segundo que comparto a su lado, es una enseñanza que sumo para mi vida. Desde el día 0 hasta hoy, he evolucionado de una forma increíble. He dejado atrás mis grandes defectos, y trabajo en lo demás que puede ser optimizado.
Pero también siento que no son correspondidos esos actos que hago por amor. Tal vez eso de cambiar no es lo correcto, tal vez deberían vivir sabiendo que uno es un mar de virtudes y defectos. Puede ser que no valga la pena cambiar, porque no se valora sinceramente cada acto propio de ser mejor.
Por: Carlos Gutiérrez.