Para ver más noticias escalofriantes ingrese AQUÍ
A propósito del fin de semana que incluyó puente festivo, logré hablar con varias familias que en otrora vivieron en el campo y que por cuestiones de una ‘mejor economía’ migraron a las ciudades, como sigue sucediendo. Indicaron que ahora los jóvenes no les gusta emba- rrarse las manos, no les gusta mojarse, no les gusta labrar la tierra, no les gusta la ganadería, no les gustas los proyectos agropecuarios, en otras palabras detestan trabajar el campo como medio de economía y de empleo.
Por el contrario ahora, con el auge de las redes sociales y de la TV, buscan es estar ‘conectados’ con los amigos y salir a pasear por la urbe, ir a fiestas, estar maquillados, bien vestidos y bien alimentados, esto con hamburguesas, ensaladas frías y toda clase de viandas que en el campo escasmente se sirven a la mesa ¡Ah! eso si que no les cueste mucho. Para el colmo de males, uno se encuentra que el Icbf y demás autoridades y Ong’s dicen que es ‘malo’ poner a los niños a trabajar.
Lo entiendo cuando de malo se trata que los pongan a alzar pesados bultos, o trabajen en minas, o en cualquier otro oficio de gran exigencia física, pero parece el colmo que ahora los papás no le puedan heredar a estos niños del campo el oficio de ordeñas, sembrar y cuidar una huerta casera, aprender a cosechar, aprender a esquilar una oveja, a cabrestear una yunta de bueyes, a madrugar para pastorear el ganado.
Eso, según los sabios ilustrados encobratados, es todo un pecado. Así las cosas, el futuro del campo no es prometedor, y no porque no sea productivo, sino porque hay algunas leyes que rayan la desfachatés y castigan los buenos oficios que vienen incluso antes de la colonización. Hay que reformular qué tipo de trabajos no pueden ha- cer los menores de edad. Lo demás es vanidad.