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Ernesto Guevara de la Serna, más conocido como Che, nace el 14 de junio de 1928 en Rosario, Argentina. Dos años después su familia decide mudarse a Alta Gracia debido a un ataque de asma que fue contraído mientras su mamá lo sumergía en una piscina. Muere el 9 de octubre de 1967, asesinado a manos del sargento Mario Terán en una escuelita de La Higuera, en Bolivia. Es a partir de este último episodio que nace su mito.
Entre Rosario y La Higuera surge una historia que marcaría el rumbo de la humanidad. Muchos de los episodios de su vida estarían marcados por la casualidad; el hecho de conocer a los hermanos Castro en México se dio porque el Che era un hombre muy enamorado, pues sería Hilda Gadea –su primera esposa y a quién conoció en este país- la que le habló de Fidel y Raúl y de su proyecto militar para derrocar al dictador Fulgencio Batista en Cuba.
Previamente el Che ya había estado en Guatemala, donde había colaborado con el gobierno de Jacobo Árbenz Guzmán y su plan de reforma agraria que beneficiaría a los campesinos cultivadores de plátano, gobierno que fue derrocado por los Estados Unidos con el patrocinio de la United Fruit Company y ejecutado por la CIA. Este acontecimiento define el perfil político y revolucionario de Guevara.
Las circunstancias que rodean el momento son las que ameritan la toma de decisiones. El derrocamiento de gobiernos democráticos y la imposición de dictaduras por parte de los Estados Unidos son los que conllevan a conocer las razones de fondo que conducen a las injusticias. El Che venía dedicado a una labor de carácter humanitaria desde su profesión médica; los antecedentes políticos corresponden al apoyo que su familia le habría brindado al gobierno de Perón en la Argentina.
El Che Guevara –cuando aún no se llamaba Che- era un joven aventurero que buscaba experiencias extremas, por eso decide viajar con su amigo Alberto Granados en moto. Su especialidad en lepra y en enfermedades tropicales le permite brindar asistencia médica a muchas poblaciones marginales e indígenas. Este sería el punto de quiebre que le permite interpretar las injusticias en un continente que no ha logrado superar los estragos dejados por la conquista española.
Han pasado cincuenta años de su asesinato, pero su figura está tan vigente como nunca, los movimientos sociales lo siguen recordando como el legendario hombre que alimenta el espíritu de lucha. En cualquier rincón del mundo donde se presente una injusticia la gente apela a la imagen del Che Guevara como símbolo de rebeldía y humanismo.
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